A menudo nos horrorizamos por las conductas que tuvieron un Hitler, un Stalin o el llamado “monstruo de Austria”. Estos hombres, que poseen nuestra misma naturaleza, ciertamente se han comportado como bárbaros.”.
Quiere decir, entonces, que en cada hombre se encuentra agazapada la hybris, la falta de medida, que para Heráclito constituye la forma ética de la barbarie. El bárbaro se configura como tal a partir de la total falta de medida, lo cual lo conduce a apartarse del mundo del logos, del sentido, para convertirse en un ser auto-referente y auto-suficiente.
Este hombre desmesurado, encerrado en sí, sólo se reconoce como un ser de puros deseos que deben ser satisfechos. La inteligencia ya no conduce su vida sino sólo su voluntad. El “yo quiero” pasa a constituirse en el principio fundamental sobre el cual se asienta la vida humana individual y colectiva.”.
Cuando el hombre pierde su columna vertebral, es decir, la Verdad fundante de todo lo que es (la instancia metafísica), entonces se transforma en un auténtico bárbaro, refractario a todo bien elevado.”.
Ahora bien, los romanos distinguían dos caras de la barbarie: la feritas (la plenitud de la destrucción) y la vanitas (la esterilidad del vacío). La barbarie furibunda, se caracterizaba por ser una brutal ferocidad, sin atisbo alguno de piedad. Ejemplo claro de ello es el modo de proceder del nazismo o del estalinismo. La vanitas es el rostro del individualismo y del relativismo; la pérdida del sentido hace que el hombre se olvide de sí, quedándose clausurado en una doble vacuidad: la de su origen, por cuanto es presa de sus puros deseos, y la de su fin, a causa de la ausencia de un para qué, del sentido.”.
Como se advierte, la pérdida de toda universalidad convierte al hombre en un ser despótico, ocupado sólo de imponer su querer a los demás ya que no reconoce otra ley fuera de sí. De ahora en más, su querer será la instancia última con la que se mida toda conducta, tanto individual como social.”.
Este querer dominado por la hybris se convierte en una amenaza que pone en peligro al hombre, comenzando por su propia vida. En efecto, si la vida del otro se opone a la satisfacción de mis deseos, ¿por qué no habría de quitarla del medio?”.
Sucede que de una concepción así formulada se sigue, de modo necesario, la conversión de todo lo que es, incluida la misma persona humana, a puro medio o instrumento. Pongo, para el caso, solo un ejemplo: para hacer valer mis deseos y ostentar el triunfo de los mismos, puedo llegar a mostrar como una conquista la muerte de un niño absolutamente inocente dentro del vientre de su madre.
Esta barbarie deshumanizante es la amenaza más seria que actualmente se cierne sobre la civilización. La misma se difunde y se pretende imponer mediante diversos dispositivos, cuales son el sistema legal, la educación, los medios de comunicación social, las redes sociales, etc. Y la violencia siempre acompaña la barbarie.”.
Para asegurar su éxito, esta inculta desmesura declara la guerra al pensar autónomo del hombre a través de un adoctrinamiento sistemático cuyo objetivo es, precisamente, que reine la barbarie.
Ortega y Gasset diría que es la universalización del hombre-masa, de aquel hombre que solo cree tener apetitos y derechos, pero no obligaciones. Y no las tiene, porque este hombre no debe nada a nadie; y si tuviese obligaciones sería un noble, ya que sólo “la nobleza obliga”.”.
El noble es el señor, el que es dueño de sí mismo, de sus deseos, a los que sublima y ordena hacia la excelencia.”.
Hemos olvidado el origen glorioso de la estirpe a la que pertenecemos. A la que estamos siendo llamados.
La antigua raza de los hombres, los formados de barro y aliento divino. Coronados de gloria y de honra –dice el Salmo-, señoreaban sobre todo lo creado. Luego, en la era de la oscuridad se degradaron –ellos y su hábitat-, cedieron su poder y el hilo de plata se rompió…
Y ahora, los que ahora responden al llamado de un Señor, el Hijo del Hombre, el Nuevo Adam. Los que toman el legado con dignidad recobrada: el antiguo mandato de gobernar la tierra y hacerla fructificar, de retornarla –y de retornarse- al diseño de origen. El Hombre, sanada su herida de soberbia, perdonado, otra vez desnudo y sin miedo, de pie sobre la tierra, consagrado a una misión sagrada.
El Hombre Nuevo con que todas las ideologías soñaron. El que por fin diera a la medida. David el antiguo héroe, vislumbró la medida: un poco menor que los ángeles. Nadie duda del brillo luminoso de un ángel…. acaso así descubramos que nuestra gloria debería ser solo un poco menor. Acaso pensar en poder bancarnos el peso espiritual de ser portadores de un mandato difícil y arriesgado. Se trata de un Reino que está siendo recuperado. De representar a un Señor que desafía a los poderes actuales del mundo y reclama poder regenerar la raza, reparar el planeta y darle una cultura restaurada. Todo sometido a su dominio. Una empresa monumental que abarca una estrategia de miles de años y demandó un costo extraordinario.
Varones y mujeres, despertados a su real linaje, pueden libremente asumir su papel en tamaño plan. Se narra la escena en Hebreos: Ante un Rey que nos inicia en su corte, rodeados de una multitud de testigos: seres luminosos, antiguos héroes que nos precedieron en la epopeya…arrodillarse ante el amoroso llamado, tomar la nueva identidad y luego erguirse en un compromiso heroico, de quien encuentra su poder y hace una elección. La demanda es alta, el riesgo enorme, y habrá que pasar por fuego lo mal aprendido, la actitud posmoderna, amoral, servil por un plato de lentejas, del éxito solitario; y la actitud gregaria, religiosa, de rebaño, ingenua y escapista. Habrá que sujetarse a un código de Honor, de esos que se fraguan ante el fuego divino, donde Damas y Caballeros pactan su virtud, los valores que guiarán su propósito vital en la gran empresa. La valía y el poder, sacerdocio y realeza. Templanza, prudencia, coraje, justicia, no para salvar el alma propia de algún infierno, sino para sanear lo contaminado, enmendar lo torcido, defender al débil… ponerse como sal en medio de la corrupción del sistema, llevar la luz denunciando la estrategia de los poderes oscuros.
Guerra Cultural, se dice ahora. Eso de vivir anticipando y de anunciar en la sociedad, valores y prácticas que actualmente el sistema excluye, combate o ignora. La matriz infernal, la telaraña que como un velo cubre a los hombres será finalmente derrotada, en este planeta y en esta historia… que venga aquí Tu Reino, piden los leales al Restaurador, aquellos que buscan gloria y honor –decía Pablo de Tarso- Insuflados de fe, esperanza y caridad…como hermandad de Quijotes en los campos de la Mancha.