
Sócrates de Atenas, (470-399 a. C.)
El día 20 de marzo del presente año, en el diario La Voz del Interior, en una entrevista titulada “El alumno no tiene por qué sufrir en el proceso de aprendizaje”, la flamante Rectora de la Universidad Siglo XXI, María Belén Mendé, afirmó “Si un profesor cree, en pleno siglo 21, que el modelo socrático está vigente, estamos liquidados”.
Tamaña afirmación sería impensable en un mundo en el cual reinase el espíritu académico. Pero como la academia ha cedido su lugar a la empresa, ya no sorprende que un adiestramiento de personal idóneo para el mundo de los negocios quiera hacerse pasar por educación. Y todo en nombre del progreso. Analicemos brevemente la afirmación de la innovadora rectora.
El modelo socrático, nos dice nuestra rectora, está totalmente perimido, y si alguno estuviese tentado de ponerlo en práctica, la educación estaría liquidada. Pero, ¿en qué consiste el modelo socrático?, ¿qué ha legado Sócrates a la civilización occidental?
Esta pregunta no puede responderse sino a través de la mediación de las interpretaciones que han ofrecido autores como Jenofonte, Platón y Aristóteles. Estas fuentes nos dan a conocer como propiamente socrático el arte del definir. Toda definición de contenidos singulares (universidad, casa, mesa, economía, etc.) supone la capacidad inherente al espíritu humano de definir y, en consecuencia, de capturar lo universal.
Todo discurso humano descansa, precisamente, sobre lo universal. Sin esta capacidad de la mente humana de producir lo universal no sería posible asumir entidad alguna (derecho, hombre, educación, etc.) y, por lo tanto, todo discurso no tendría cabida. Sin esta capacidad de la mente humana de asumir mentalmente una entidad, no aparecería problema alguno (que es como decir, no aparecería pregunta o cuestión alguna). Y si no surgen las preguntas, tampoco sobrevienen, obviamente, las respuestas. Y como las preguntas y las respuestas son la urdimbre del acto de pensar, tampoco este último tendría cabida. Recordemos cuando Platón en el Teeteto, siguiendo a su maestro Sócrates, definió al pensar como el diálogo del alma consigo misma que consiste en preguntar y en responder.
Sócrates ha mostrado a Occidente la naturaleza del pensar y, con ello, ha puesto al hombre en condición de un verdadero progreso, el cual sólo es progreso en la verdad: verdad de sí mismo, de las cosas y de su sentido último. Y la verdad no es otra cosa que la respuesta que responde a la pregunta formulada de modo correcto. Sin este acto de pensar no habría conocimiento de sí mismo y, en consecuencia, la educación, como cultivo del mismo educando, no podría llevarse a cabo. Sin el espíritu socrático, las escuelas y las universidades podrán ser, ciertamente, un ámbito para adiestrar personal idóneo para el mundo de los negocios, pero de ninguna manera academias. El espíritu fenicio ha reemplazado al espíritu griego, los negocios al ocio, la acción a la teoría.
Siempre he sostenido que el método de la educación es el mismísimo pensar, y que cada clase de un verdadero maestro es una invitación a pensar. Es una invitación al alma de cada discípulo a formularse interrogantes y a buscar las respuestas adecuadas a los mismos. Considero que este acto docente es amoroso por cuanto está ofreciendo la llave, a cada discípulo, para iniciar un camino ininterrumpido de preguntas y de respuestas; camino, éste, plenamente humano por ser el acto más propio del hombre. El pensar, en cuanto acto del espíritu humano capaz de alcanzar la verdad, pone a todo hombre en condición de verdadero progreso el cual es, siempre, progreso en la verdad.
Sin pensar no hay posibilidad de ser diverso entre los iguales. El pensar perfora todo encapsulamiento a que se lo quiera someter al hombre. En este preciso momento estoy haciendo eso: me estoy quitando el corsé de homo oeconomicus que la Sra. Rectora quiere ponerme. Gracias, Sócrates, por tu método que me permite “liquidar” a todo discurso que no me deja ser hombre en plenitud.
El afán de la Sra. Rectora de la Universidad Siglo XXI de “liquidar” a Sócrates la ha conducido, inadvertidamente, a masacrar a la misma educación.
“El espíritu fenicio ha reemplazado al espíritu griego, los negocios al ocio, la acción a la teoría.” Muchas gracias Daniel, un cordial saludo, Martín.
Gracias Daniel, por la invitación a pensar! Afectuosos saludos, Mónica
Recuerdo hace muchos años haber participado de un seminario que Harvard dictó en la UADE. Yo tenía un cargo académico en un distinguido instituto terciario y dictaba legislación educativa en la USAL. Se dio una discusión acerca de si los alumnos eran clientes o no. La UADE tenía un contestador telefónico que decía: centro de atención al cliente. Más de un alumno alguna vez me ha planteado: pero si yo pago! Ah bueno señor sí, la educación de gestión pública se financia con el aporte de los contribuyentes, la de gestión privada con el de aquellos que la requieren. UD puede pagar todos los meses pero si no cumple con la escolaridad los parciales trabajos prácticos y examen final no se lleva el título. No se trata de pagar. Lamentablemente esas cosas se aprenden en la casa. Que va a hacer.
Acertada,transparente y hermosamente definida la reflexión:El METODO de la Educación es el mismo PENSAR y ………… Gracias!
Muchas Gracias Daniel por poner tu comentario….es muy oportuno ¡¡¡ saludos
“La Universidad es la investigación y trasmisión o docencia de la verdad en un nivel superior de la ciencia o develación de sus causas en todas sus manifestaciones particulares -ciencias estrictamente tales, en el sentido contemporaneo del término- y en su visión sapiencial de la filosofía y de la Teología cristianas en la actual providencia del hombre -ciencia en el sentido clásico- que las integra o unifica en el plano fundamental de sus últimas causas.” (Naturaleza y Vida de la Universidad – Octavio. N. Derisi)
“La Universidad es parcial contemplación de la parcial verdad descubierta es este particular e inagotable surco de investigación y tendencia hacia la contemplación del Todo. En este sentido es ciencia que busca sabiduría y el movimiento hacia la Unidad (versus unum) es identico con ella; luego, toda la vida académica es, en el fondo un versus sapientiam, hacia la Sabiduría, porque ésta se sigue de la contemplación de toda Verdad. La Universidad, en cuanto comunidad académica, se orienta hacia la contemplación. (La Universidad – A. Caturelli)
Ojalá en pleno siglo XXI los maestros tomarán el modelo socrático en sus clases. Ojalá fueran parteras involucradas en el alumbramiento de los pensamientos del alumno. ¡Maestros!, ojalá dejaran de ser “tan competentes” (a propósito de las competencias, dizque viene de competer, incumbir, aunque no hallo en qué parte de la práctica se sigue esto), dejar tanto activismo, tanto hacer, hacer, hacer; hacer a un lado tanta idolatría a la práctica, y profundizar en lo teorético. Adentrarnos en la esencia de nuestra ciencia, ser amantes de la verdad. ¡Ah!, si el maestro descubriera con Platón que este proceso de dar a luz, comienza por mostrarle al joven estudiante la belleza en su nivel físico, visible… otra cosa serían las clases de apreciación artística, de literatura, (y en un segundo grado) matemáticas. Ese contacto de frente con la belleza traería pensamientos amables, la apreciación de un rostro bello, un ser más armónico, receptáculo listo para el conocimiento. Y no por el contrario bestias que buscan solamente calmar apetitos instintivos, desordenados, ruidosos en su interior incapaces de permitir cultivar la sabiduría… Estos niños y jóvenes, son las víctimas, no nuestros victimarios, como luego se escucha decir en la jerga docente. Bueno, hay tanto qué comentar. Agradezco su espacio Dr. Lasa y le ruego comparta publicaciones sobre Platón y la teoría de las Formas. Gracias.