Conversando con mi cerebro: ¿alma vs. biología?

En formato de falsa entrevista y retomando un debate público que pronto cumplirá un año, el (cerebro) del Dr. Daniel Lasa esgrime argumentos para limitar los alcances epistemológicos de las Neurociencias, sobre todo a la hora de explicar la conducta y la naturaleza del ser humano.

¿Alma versus biología?

¿Alma versus biología?

La polémica comenzó en agosto de 2012 a raíz de una entrevista sobre Neurociencias aparecida en El Diario de Villa María. En la misma, la psicopedagoga Graciela Felices, con motivo de la Sexta Jornada Nacional de Estudiantes de Cátedra de Neurociencias en la Universidad Nacional de Villa María, emitía una frase que se convertiría en título de la nota y centro de la controversia: Desconocer que el cerebro comanda toda actividad humana, es obsoleto. La afirmación dispararía una respuesta en forma de carta abierta del Doctor en Filosofía Carlos Daniel Lasa (también docente de la UNVM e investigador de CONICET), que aparecería pocos días después en dicho periódico: La responsabilidad está obsoleta.

En su respuesta, Lasa ponía en tela de juicio la afirmación de Felices al escribir “No es difícil advertir el supuesto materialista que anida en esta afirmación, entendiendo por materialismo la posición consistente en postular que la vida del espíritu está, a la vez, producida y determinada, en este caso, por la actividad cerebral. Este materialismo -continuaba Lasa- ha adquirido un nuevo ímpetu en la actualidad a través de las denominadas Neurociencias. Su proyecto consiste en explicar el pensamiento, la ética y la cultura a través de un complejo de elementos puramente materiales. Ahora bien, cabe preguntarse ¿qué espacio queda, en esta postura, para el libre albedrío?”

Un año después, el Dr. Lasa sigue teniendo mucho que decir al respecto.

 *

¿Qué punto de la nota de Felices disparó su respuesta inmediata?

– Mi objeción tenía que ver con algo muy simple: advertir acerca del límite epistemológico de las denominadas Neurociencias. Cuando ello no acontece, sucede aquello que Nikolas Rose llama la biologización del ser humano. O sea, la afirmación de la centralidad de la biología en tanto saber explicativo de la naturaleza humana.

¿Las Neurociencias no significan un aporte concreto al conocimiento del hombre?

– Ciertamente que sí. Y han permitido, entre otras cosas, dar cuenta del funcionamiento del cerebro especialmente gracias a las diversas técnicas de neuroimaging, o sea, la visualización en vivo de las funciones cerebrales. Y esto es muy positivo. Lo negativo consiste en no considerar el límite epistemológico de tales técnicas. Considero que una posición seria de parte de un académico consistiría en atender a las limitaciones tanto instrumentales como conceptuales de estas técnicas. De este modo, se evitarían errores lógicos.

¿Y cuáles son esos errores lógicos?

– Básicamente, son dos. Por un lado la llamada “falacia mereológica”, que consiste en atribuir al cerebro todas las actividades mentales considerando la parte como un todo; es decir, el grave error de generalizar lo particular. Por el otro, el error de confundir antecedentes y consecuentes.

¿Y cuáles serían las limitaciones en el uso de las técnicas de neuroimaging que usted señala?

– El problema de la latencia del flujo sanguíneo, por ejemplo. Las variaciones de flujo sanguíneo tienen una latencia de, al menos, 5 segundos; es decir que requieren de al menos 5 segundos para comenzar. El pensamiento humano, por el contrario, aún cuando no sea instantáneo como creía Descartes, tiene una latencia de sólo pocas décimas de milésimas de segundo. En consecuencia, ¿cómo resultaría posible que rápidas variaciones en los contenidos del pensamiento sean señaladas por variaciones mucho más lentas del círculo sanguíneo cerebral? Este interrogante no ha sido todavía respondido de modo convincente.

¿Hay algo que le preocupa del proyecto neurocientífico en general?

– Sí, aquello que Rose señala como “la reducción de la subjetividad humana a un yo neuroquímico”, fácil presa del intento manipulatorio de monitorear, administrar y modular nuestras capacidades. De este modo, pasaríamos del intento sociologista de reducción de la persona humana a la categoría de ciudadano, a otra reducción, la de “ciudadano biológico”. Y esta segunda afirmación es inaceptable, ya que está operada por algunos pseudocientíficos que viven de afirmaciones globales que exceden los descubrimientos que su método experimental les permite formular.

¿Considera que las Neurociencias deben formar parte del conocimiento universitario?

– Absolutamente. Aunque debieran ser cultivadas bajo la modalidad propia de una inteligencia que se precie de ser universitaria, es decir, que se caracterice no por ser analítica sino por ser sintética. El gran error intelectivo del pensamiento analítico sucede cuando se confunde la parte con el todo. 

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Clasificado en:Filosofía, Reflexiones

5 comentarios »

  1. Estimado Carlos,

    No sé si caben aquí las preguntas, pero en caso que sí, ¿podría explicar brevemente la diferencia entre el pensamiento analítico y el sintético y por qué es más propio del universitario el segundo? Si ya se refirió al tema, bastaría con que me pase referencia.

    Aprovecho para saludarlo desde Buenos Aires, de parte mía y de la gente de Forum (“espacio de cultura y ciencia”).

    Juan Pablo.

    • El análisis es una operación de la inteligencia anterior a la síntesis. La misma consiste en descomponer un todo en partes, con el fin de analizar detenidamente cada una de ellas. La síntesis es el acto intelectual por el cual se reúne la multiplicidad a partir de un principio unificante. La unidad en la multiplicidad es el resultado del acto sintético de la inteligencia.

  2. Si el cerebro comanda toda actividad humana, ¿el músico podría aprender la genialidad de Mozart?, ¿la obra de arte puede ser pintada con la misma sensibilidad por el impostor más inteligente que el artista?; el cerebro ¿puede descifrar la bondad? ; ¿domina el ímpetu irreverente del hombre solidario? Hay algo que no tengo dudas, el materialismo fue lo suficientemente eficiente como para que la mayoría de la población piense en tener en lugar de ser.

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