Diagnóstico de la actual política argentina

El ágora, centro de las discusiones políticas en la antigua Grecia

El ágora, centro de las discusiones políticas en la antigua Grecia

En los últimos años se han ido practicando diversos diagnósticos al paciente cuyo nombre es «política argentina». Los más diversos especialistas, entre ellos economistas, sociólogos, periodistas, politólogos, etc., han dirigido su ojo clínico a las manifestaciones fenoménicas, a lo que se aparece inmediatamente a la vista. Sin embargo, han formulado sus diagnósticos sin advertir que debajo de tales manifestaciones anida una causa que las provoca de modo recurrente. Sucede que todos estos especialistas han olvidado que el paciente en cuestión no sólo tiene un cuerpo sino un alma y que es esta última la que ha enfermado de gravedad.

¿No habrá llegado la hora de escuchar la palabra de alguien que se ha ocupado, no de ver aquello que puede tocarse con las manos, sino de los procesos más profundos del alma de un pueblo?

A juicio del gran filósofo de la política Eric Voegelin, el orden occidental se encuentra fundado sobre la filosofía de Platón, en particular en las reflexiones que el filósofo griego nos deja en el Gorgias. En este diálogo platónico se plantea con claridad meridiana este dilema: o la vida individual y social se funda sobre un Bien en sí (que existe independientemente del arbitrario querer humano) o, en ausencia del mismo, la utilidad se erige en el valor supremo. La primera lógica es encarnada por Sócrates y se ordena a la excelencia del hombre y de la polis; la segunda, está representada en el referido diálogo por los sofistas, concretamente por Gorgias y Calicles. Para estos sofistas, la virtud resulta absolutamente inútil. Y si la virtud es inútil, entonces la justicia no tiene vigencia alguna en la organización de la ciudad. La organización jurídica no se ordena en torno a lo justo sino en relación al poder.

Sin principio alguno mediante el cual ordenar el querer, la acción, que está careciendo de toda finalidad última, se dispone a asumir cualquier tipo de transformismo. Se trata de un transformismo del espíritu el cual sólo tiene permitido dar a toda acción un valor provisorio y táctico.

Esta concepción hace que la realidad política sea considerada como un entrecruzamiento de fuerzas. Pero esto conduce al peligro de quedar prisionero en la red de las fuerzas con las cuales es menester aliarse, y por eso la necesidad de balancear a estas fuerzas con otras. La política así entendida será de alianzas, compromisos y contrapesos, reduciendo considerablemente su propio margen de autonomía y, en consecuencia, dejando de lado la lógica de las cosas, los problemas de fondo los cuales permanecerán sin soluciones.

Pero hay algo más grave: la desconfianza que la lógica referida genera entre los hombres y, por lo tanto, la incapacidad humana de comunicación y de amistad, individual y social. Esto se trasunta en cada político que nos gobierna, en su incapacidad de formar una élite gobernante y de elegir colaboradores verdaderamente probos en cuanto a su moral y competentes intelectualmente. La ausencia de la virtud en las almas genera un desorden, una involución o, lo que es peor, una parálisis, tanto a nivel individual como social.

Cuando el alma de cada político argentino sitúe al bien y a la justicia en el centro de sus acciones, entonces, como en un “efecto cascada”, tendremos ciudadanos que comenzarán a hacer del bien y la justicia los más grandes de sus bienes y, con ello, se edificarán en torno a lo propiamente humano y proyectarán una sociedad configurada en torno a la virtud. Cada político debe saber que, de su moderación o su inmoderación, dependerá, en gran parte, la moderación o no del pueblo de la Nación.

Nos permitimos transcribir este diálogo entre Sócrates y Calicles:

«Sóc. – Y bien, los justos son de ánimo pacífico, según dijo Homero. ¿Qué dices tú? ¿No piensas lo mismo?
Cal. – Sí.
Sóc. – Pero, sin embargo, Pericles los hizo más irritables de lo que eran cuando los tomó por su cuenta…
Cal. – Pues de acuerdo.
Sóc. – Y si los hizo más irritables, ¿no los hizo también más injustos y peores?
Cal. – De acuerdo también.
Sóc. – Por consiguiente, Pericles no era un buen político»[1].

Nuestros políticos no quieren convencerse de que los grandes hombres, tanto como los grandes pueblos, deben edificar su ser sobre la virtud y no sobre el vicio. El alma de un pueblo que no esté dirigida de acuerdo a un orden sino a una acción desprendida de las valores, concluirá en la negación de todo valor, incluida la misma persona humana que quedará reducida a un simple instrumento ordenado a la pura acción.

De allí que cada hombre argentino que sea invitado a participar de la acción política directa debiera formular aquella pregunta que Sócrates le dirigió a Calicles:

«Explícame, por tanto, a qué clase de servicio de la ciudad me invitas. ¿Es al de luchar con energía para que los atenienses sean mejores, como hace un médico, o al de servirlos y adularlos?»[2].

*

Notas

[1] Gorgias, 516 c-d.

[2] Gorgias, 521a.

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Clasificado en:Filosofía, Política, Reflexiones

5 comentarios »

  1. Dr. totalmente de acuerdo con el diagnostico de la clase politica actual, pero creo que la mentalidad que ud describe se aplica no solo a la clase politica, sino a todos los ambitos de la realidad social
    Sucede que todo es negociable y no existen valores absolutos, quienes se encuentran en la cuspide del poder persiguen sus fines propios sin someter a un juicio ETICO ni estos fines ni los medios utilizados.

    Este fin que se persigue, es un FIN, que una vez alcanzado se convierte en MEDIO, para que aquel fin perseguido en un principio que luego se convirtio en MEDIO, sea nuevamente fin y asi se caiga en un inagotable circulo vicioso. So riesgo no de ser claro me gustaria ejemplificar lo que digo.
    Cuando lo que se persigue como fin es el dinero, o el poder estos fines (vacios en si, si no se ordenan a otro fin de orden superior) una vez alcanzados no crean mas que codicia y soberbia, enferman a quien los detenta, de modo que con tal de no perder tal poder, no se discriminan los medios utilizados para retenerlo o aumentarlo.
    Ahora, esas herramientas o MEDIOS utilizados por la autoridad para concretar sus fines inflluyen en un sinfin de personas y ordenan sus actos, cuando todas esas personas se ordenan a concretar esos medios sin realizar un juicio de QUE se realiza, y PARA QUE se realiza se crea una perdida colectiva de los valores absolutos (hacia los cuales deberia ordenarse toda sociedad). Se actua por inercia, y sin un objetivo claro y noble.

    Lo importante es que cada miembro de la sociedad sepa que todas sus acciones deben tender al BIEN COMUN y mas aun la clase dominante es quien debe procurar, no el detentar mas poder y acumular riquezas, sino que debe asegurar que cada miembro de la sociedad ENTIENDA Que hace y PAra que lo hace, de modo que todos remen en un mismo sentido. LA SOCIEDAD NECESITA PARA MEJORAR INSTAURAR EN LA PERSONA UN MODO DE PENSAR QUE NO SE GUIE Y ORDENE POR LA AUTORIDAD, LA COSTUMBRE O LA INERCIA SINO QUE SE GUIE POR LA RAZON Y AQUELLOS VALORES QUE NO PUEDEN NEGOCIARSE.

    Personalmente creo que la clase de personas que son mas aptas para detentar el poder son aquellas personas que no desean obtener el poder, aquellas personas que consideran a este como un compromiso y una obligacion para con sus pares y no como un derecho ni como una ventaja o dominio sobre estos.

    Para finalizar, creo que la humanidad a lo largo de la historia crece, aprende y progresa, que asi como hoy leemos libros de historia y asombrados nos cuesta entender algunas atrocidades que han sido cometidas por el hombre, dentro de unos años nuestros hijos se reiran de esta era, la era de la “utilidad” en la que mientras algunos tienen autos que valen millones otros se mueren de hambre.

    Mil disculpas si no fui claro, espero haber podido transmitir aunque sea una nocion de lo que pienso, muchas gracias por dejarme opinar un fuerte abrazo!

    • Jeremías, estoy de acuerdo en la mayoría de tus afirmaciones. Sólo en una de las mismas tendría reparos; concretamente en esta afirmación: “La sociedad necesita para mejorar instaurar en la persona un modo de pensar que no se guíe y ordene por la autoridad…”. Entiendo que no puede existir sociedad alguna sin autoridad y esta ésta la que debe ordenar las acciones de los hombres al bien común; tampoco el hombre, individualmente considerado, no puede vivir sin una Autoridad que es su Creador y último fin. Habría que ver si tu afirmación hace referencia a esto último. Quizás querés significar otra cosa. Muchas gracias por tu comentario.

  2. Dr. Lejos de referirme a la falta de autoridad jerarquica, ya que tambien creo es necesario, a lo que hago referencia es al argumento de la autoridad obedecido por el simple hecho de provenir de una autoridad.
    Los niveles jerarquicos superiores son ocupados por personas que determinan los actos de un sinfin de personas, sus decisiones deben tender al bien comun, y no a otra cosa, si la persona sigue esas directrices, es porque sabe que hace, por que, y para que (para llegar al bien comun).
    Entonces el argumento que emana de la autoridad, no seria valido solo por provenir de esta, sino que seria valido por ordenar a la persona a su propio bien.

    Definitivamente debe existir una autoridad, pero esta autoridad es legitima, en la medida que toma las decisiones que mejoran la condicion del ser humano en su paso terrenal. EN la medida que nos perfeccionan y completan para nuestro alcance de la Verdad.

  3. Para entender cada día cómo tratan cada tema los medios de comunicación de todo el país, cómo opinan los diarios con los títulos principales, qué es lo que jerarquizan y qué es lo que dejan de lado, el ejercicio perfecto es ver todas las tapas juntas. No te pierdas esto:
    http://www.ensambe19.com.ar/TAPAS/tapashoy.htm

  4. Estimado Dr.:
    Le agradezco la conferencia que nos dio anoche (lunes 8/8) en Lectio, bien clara y profunda a nuestra época. En relación a este arículo y a dicha conferencia, me permito comentarle que la semana anterior envié un mail a casi todos los miembros del senado diciendo lo siguiente:
    “Estimado Senador/a:

    ¿Habrá alguna posibilidad de que Ud. presente un proyecto de ley para que, como requisito fundamental, nuestros candidatos políticos rindan concurso de cultura general además de un profundo análisis psicológico, a los fines de elegir a los políticos más idóneos y de buena voluntad? Se podría agregar el examen de filósofos y religiosos reconocidos de distintas tendencias.
    Se lo pido ante el actual panorama desolador de nuestras elecciones en Córdoba.
    Desde ya se lo agradezco, atentamente.
    Jorge”
    No me ha respondido uno solo de los senadores, por cierto. Así que sin duda, se confirma una vez más, que la acción prevalece sobre la contemplación y el pensamiento. Mi querido Profesor José Ramón Pérez me decía que hoy prevalecía la filosofía de voluntad de poder de Nietzsche que actualizada se llama cibernética y que el hombre moderno está perdido sin Dios. Y que la única salida del laberinto es “por arriba”.
    Leyendo la historia interior de Caturelli, dice en una parte que el hombre moderno no sólo rechaza el orden sobrenatural, sino también el orden natural, el orden racional, la metafísica, etc…Y el padre Vicenzo, que vino a exponer sobre Santo Tomás, dijo que ninguna filosofía contemporánea nos ofrece la felicidad. Agregando lo que Ud. expuso anoche, sólo nos ofrecen una falsa libertad para satisfacer los instintos vitales en la sociedad de la opulencia.
    ¿Qué otra cosa podemos hacer para conservar la esperanza de una Patria feliz? El Dr. García Elorrio nos dijo, en una conferencia sobre el narcotráfico, que teníamos que trabajar para nuestras familias, que el testimonio de virtudes cristianas que puedan de nuestros hijos y nietos serán la luz para la futura sociedad, que vive en la gran masa de oscuridad.

    Dr. Lasa, por favor, avíseme cuando vuelva a dar una conferencia en Lectio. Me gustaría escucharlo nuevamente. Lo saludo agradecido. Jorge

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