¡Se necesitan maestros!

¡Se necesitan maestros!

¡Se necesitan maestros!

Es cierta aquella máxima que dice “Nadie puede dar lo que no posee”. Si la educación exige, por parte de quien se educa, la adquisición de las virtudes intelectuales y morales, ¿cómo será posible que éstas le sean transmitidas por maestros que no las poseen? ¿Cómo podrá hacer el maestro para que el alumno adquiera el hábito de la conceptualización cuando él mismo no lo posee? Y si no lo posee, ¿cómo será capaz de formular juicios y raciocionios con sentido? Resulta a todas luces claro que el tan ponderado “pensamiento crítico” es sólo un anhelo que queda escrito en los papeles. El maestro, entonces, será un mero repetidor de fórmulas de las cuales ni siquiera conoce el sentido; que “obligará” al alumno seguir a rajatablas el camino de adquisición de las mismas. ¿Cómo quedaría un alumno si preguntase al profesor para qué le enseña lógica, matemática, literatura, historia, y no obtuviese del docente más que una evasiva que esconde el sin sentido de su tarea docente? Frente a tan patética situación, la mayoría del alumnado sigue el mismo camino –camino éste exigido por el docente mismo–: emular al pseudomaestro ocupándose también de repetir como loros las fórmulas de memoria sin saber qué sentido tienen; en este caso, el estudiar se transforma en un árido tránsito en orden a la obtención de un título. No se estudia para saber: el estudio es sólo un medio para alcanzar un determinado fin. O sea: no es un estudio que se pone al servicio del desarrollo interior de la persona humana, sino un instrumento más que le permitirá, supuestamente, pasarla mejor en la vida. Aquel alumno que osare hacer uso de su inteligencia pensando con cabeza propia no gozará, ciertamente, de los favores que tienen los repetidores. Todo se ordena a impedir la originalidad promoviendo, por el contrario, un alumno sin carácter, sin espesor, carente de ideas propias: un alumno amorfo, apto para ser dirigido por los manipuladores de turno.

Y a nivel de las virtudes morales, ¿qué se le enseña? La lógica de nuestras escuelas se halla imbuida del espíritu baconiano: es menester “conocer” para “dominar” la naturaleza y ponerla al servicio de las propias necesidades vitales. En este sentido, conocer es sinónimo de poder. O sea que, ya desde el comienzo se abandona todo principio, tal como comentáramos en nuestro artículo «De cómo el hombre se anguiliza y empobrece el mundo». Desde esta lógica resulta imposible fundar una ética por cuanto el obrar carecerá de una instancia firme sobre la cual fundarse. Presa de este relativismo gnoseológico y moral, la escuela se revela como incapaz de dar forma, en el educando, al hombre entero.

El estudio, entendido como una yuxtaposición de datos carentes de unidad, se transforma en una tortura para las pobres inteligencias de los alumnos. Mas no sólo ellos lo padecen, sino que los mismos docentes se encargan de enseñarles que el estudio es un castigo cuando, por ejemplo, los mandan a estudiar o les toman una evaluación ante un mal comportamiento. En realidad, los espíritus de algunos docentes transitan  por senderos muy alejados de aquél que debiera ser uno de sus oficios diarios: estudiar.

En el proceso educativo la tarea docente es fundamental. Es menester, pues, contar con docentes que posean una sólida formación profesional y cultural, capaces de formar integralmente al hombre argentino. Una reforma educativa “en serio” no puede dejar de pensar en crear grandes centros de formación docente en nuestro país, cuyo plantel docente sea la flor y nata de los formadores argentinos. No se trata de multiplicar “cursitos” o de entregar a diestra y siniestra títulos que habiliten para que los docentes permanezcan en el sistema: se trata de formar sólidamente, mediante la adquisición de virtudes intelectuales y morales, a una pléyade de maestros que sean capaces de conducir a nuestros niños y jóvenes a la plenitud humana.

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1 Respuesta »

  1. Respecto a valores intelectuales y morales
    En estos tiempos vividos,inmersos en una crisis de valores,hacen falta maestros que eduquencon con el ejemplo,practicando los valores.no solo basta con los docentes,sino debe ser un trabajo con la flia, la sociedad toda,Quizás algún día llegue el momento,y empiecen a cambiar las cosas,porque ahora parece que todo vale.Con esperanza algún día encontraremos el camino correcto.

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